Para no caer en el olvido, todo
príncipe debe aprender a no ser bueno, y a practicarlo o no de acuerdo con la
necesidad.
Hay muchas cualidades por las
cuales los príncipes son censurados o elogiados, y el príncipe debe agrupar de
aquellas que le hagan perder el Estado cuantas menos mejor. El autor hace
especial hincapié en el pródigo (que desperdicia y gasta sus bienes inútilmente
irracionalmente) y el tacaño (el que se abstiene demasiado de gastar lo suyo,
que no es lo mismo que avaro que es el que se enriquece mediante la rapiña).
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